Todo acabó inundado por los
embalsamados olores de los milenios,
a los que tu dolor se terminó por entregar,
tras celebrarse la ceremonia que confirmó una
de las derrotas más despiadadas e inoportunas
que jamás visitara a la desengañada eternidad.
Allí, se supone, se inició el dolor que su
expansión no deja de afectar al universo.