Inyéctame en un beso tu tóxico veneno,
arrástrame sin freno y llévame al exceso;
soy tuya, lo confieso, mi ser es tuyo en pleno;
estoy en tu terreno, lo sé…, ya no hay regreso.
Te miro y me embeleso sabiendo que no es bueno,
pues siendo un hombre ajeno los riesgos yo sopeso;
¿por qué llevas impreso en tu piel todo lo obsceno
si sabes que de lleno me calas hasta el hueso?
Seremos el pecado, seremos la condena;
tu lengua que envenena: calvario deseado;
mi cuerpo envenenado: tu cárcel, tu cadena.
Serás playa y arena, deseo desbocado,
mi vicio deseado será tu piel morena
que cubre muy serena mi cuerpo ya cansado.