La primera vez que la vi
era de tarde, habían pasado ya tantas horas en mis días
Pero en su mirada, encontré todos mis amaneceres olvidados
Tenía luz y constelaciones que danzaban en sus ojos
Y no pude evitar sentir su magia.
El brillo del Sol de mis mejores sueños,
se columpiaba como un niño travieso en sus sonrisa.
Yo era una nube, una nube cargada y gris
Y ella traía el sol del medio día
estaba acostumbrado a llover después de las seis de la tarde,
justo cuando el horizonte poblaba de pequeñas sombras,
mi rutinaria ausencia de alegría.
Fue el inicio de un tiempo distinto.
…No quise llover con Sol ese día.
Era una visión hermosa contemplarla.
Yo la miré discreto
Mientras mi corazón galopaba, como un potro libre por la pampa.
No quise llamarla el amor de mi vida, para resguardarme.
Pero desde esa tarde, se convirtió en la polizonta de mi almohada.
Aún prefiero que sea mi cielo soleado,
el deseo que persigue a los luceros fugaces en mis noches taciturnas
mi luna nueva, mi musa, mi bohemia, mi poesía.
Decidí amarla a través de mis silencios y tocarla sutilmente con sus ecos
Y pasearla en mis versos, llevándola de la mano.
Sí, Pueden decir que soy un cobarde
Pero, qué puedo hacer, ella... ella es demasiado Sol, demasiado estrella.
Y yo… yo aún soy una nube gris cargada de tormentas.