Cuando los ojos a la vida, abría
al comenzar mi terrenal carrera
la hermosa luz que vi por vez primera
¡Fue la Luz de tus ojos, Madre Mía!
de Rafael Escobar Roa
Cuando era pequeño, mi Madre me enseñó a hacer origami, el arte de doblar papel para crear figuras. Me gustaba mucho pasar las tardes con ella, aprendiendo a hacer animales, flores y estrellas. Mi favorito era el cisne, porque me parecía muy elegante y hermoso.
Un día, mi Madre me dijo que tenía que irse de viaje por trabajo durante una semana. Me puse muy triste y le pregunté cómo iba a hacer origami sin ella. Cuando los ojos a la vida, abría Ella me sonrió y me dijo: “No te preocupes, hijo. Te voy a dejar un regalo especial que te hará compañía mientras yo no esté”.
Al día siguiente, mi Madre se fue al aeropuerto y me dejó una caja grande envuelta en papel de regalo. La abrí con curiosidad y encontré dentro un libro de origami y una bolsa llena de papeles de colores. En la primera página del libro había una nota que decía: “Para mi hijo querido. Espero que disfrutes de este libro y que sigas practicando el origami. Cada vez que hagas una figura, piensa en mí y en lo mucho que te quiero. Tu Madre”.
Así fue que al comenzar mi terrenal carrera: Me emocioné mucho al leer la nota y decidí seguir el consejo de mi Madre. Cada día, hacía una figura de origami siguiendo las instrucciones del libro. Hacía cisnes, grullas, mariposas, dragones y muchos más. Cada vez que terminaba una figura, la ponía en mi mesa de noche y le decía: “Esto es para ti, Madre”.
Al final de la semana, tenía una colección de origami muy bonita y variada. Estaba muy orgullosa de mi trabajo y deseaba que mi Madre lo viera. Ese mismo día, la hermosa luz que vi por vez primera, se hizo presente cuando ella volvió a casa y me abrazó con fuerza. Me dijo que me había extrañado mucho y que estaba feliz de volver a verme.
Luego, vio las figuras de origami en mi mesa de noche y se sorprendió. Me preguntó quién me las había hecho y yo le respondí: “Las hice yo mismo, siguiendo el libro que me regalaste. Cada una es para ti, Madre”.
Ella se emocionó mucho y me dijo: “Gracias, hijo. Este es el mejor regalo que me han hecho en mi vida. Eres muy talentoso y creativo. Me encanta tu origami ...
Luego, tomó las figuras y las colocó en un lugar especial de la sala. Me dijo que así podíamos verlas todos los días y recordar nuestro amor por el origami.
Desde ese día, seguimos haciendo origami juntos, mi Madre y yo. ¡Fue la luz de tus Ojos, Madre mía!
Es nuestra forma de compartir tiempo y expresar nuestros sentimientos. El origami es el regalo más valioso que me ha dado mi Madre. -
Amalia Lateano
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