No quiero que pases frío
Me excita tu mirada que vigila
cuando ve que mi boca va directa
a sofocar calores que me inyecta
el vaivén de tu pecho que encandila.
Mis manos sudorosas no vacilan
mientras mi boca busca la perfecta
manera de llegar y más correcta
a ese par de pezones que titilan.
No quisiera, mi amor, que pases frío,
pondré sobre tu pecho un leño ardiente
capaz de calentar hasta el rocío.
Te daré, por salvarte del relente,
un chorro que saldrá con poderío,
de savia de mi cuerpo, bien caliente.
Mercedes Bou Ibáñez