Dos bellos cristales
aparecieron de noche a mi lado.
En esta fiesta llena de gente,
con la noche danzando.
Cuando la luna crece grande,
ya es luna llena.
Danzan y danzan las mozas
en el piso de estrellas.
Cuando por un momento,
en el caluroso salón luminoso,
un frío perturba a la muchedumbre
que allí denza felizmente,
cuando un desconocido entra al baile,
vestido de negro,
la música parece fúnebre,
dando al lugar a un tono lúgubre.
El salón iluminado,
ahora parece un gris apagado.
Cuando miro los ojos de mi amada,
esos bellos cristales profundos,
parecen perdidos en súbita melancolía,
mientras cae al piso
y la gente se desploma,
la parca queda bailando
la bella marcha fúnebre.