Te veo ahora, en risas olvidadas,
como si nuestro amor jamás existiera,
mis lágrimas caen, silenciosas, heladas,
mientras tu alma libre de mí se libera.
Sorprende tu olvido, veloz y certero,
como el viento que borra huellas del suelo,
yo aún en el abismo, prisionero,
de un amor perdido, de un triste anhelo.
Mientras tú sigues, ajeno a mi duelo,
yo cargo el peso de un adiós tan cruel,
no logro olvidarte, en mi corazón recelo,
que tu amor fue mi cárcel, y mi piel.