Por un caminito
la noche bajaba.
Sobre sus cabellos
la luna llevaba.
Y sobre sus brazos
duerme una muchacha
lo mismo que duerme
la flor en su rama.
Silencio.
Córdoba la mira
sin decir palabra
sentada y paciente
a orillas del agua.
Y en el Campo, Campo,
de la Verdad clara,
resuenan bordones
y cuerdas templadas.
¡Silencio!
Clama el llanto triste
en la vieja Aljama.
Llanto sin sonido.
Campana enlutada.
Y en el hueco cuerpo,
en una guitarra,
depuso la noche
la flor que llevaba.
S i l e n c i o.