Hay gente y gentecita,
los primeros son decentes
y los otros no,
pretenden ser lo que no son
representan un peligro para el resto,
según donde están actúan;
aquí, unos plagian sin descaro,
cuando son expuestos
ya han pasado muchos años,
no sienten remordimiento
por ser sorprendidos
en sus prácticas infames,
lo inaceptable es que suelen ser de la tercera edad,
experimentados en el engaño,
y continúan como si nunca nada hubiese ocurrido,
¡suma desfachatez!