Veo cadenas que se sueltan en otoño;
Les faltan fuerzas para sostenerte.
Siento pasos de gigante sin condena
Que ven en mí un nuevo bar.
Solían decirme que mi manto ni con un pétalo se roza
Pero se robaron cada pétalo de esta rosa
Con esas manos de tiburón;
Manos tan grandes que me quitaron
Lo que otro debió gozar.
Un candado labial te mantiene a flote
De que ella no arranque cada brote
Que tu semillero marcó en mi jardín.
Temo que el sol diga que tiene sueño,
Para dar paso al cobro del dueño
Y una puerta no lo pueda impedir.
Quédate con tus risas y altanerías,
Las mismas que llenaban las goteras de mi vista.
Ahora que mis días muerdan lo que a solas se escondía
Y que este pétalo sin flor ya nunca exista.