Elthan

Alzheimer, el corredor del olvido.

Alzheimer, el corredor del olvido.

 

En el oscuro corredor, ambiente lúgubre calinoso,

infinitas puertas a momentos perdidos en la niebla,

memorias flotando, como hojas en el arroyo,

rostros amados, ahora espejismos en la hierba.

¡ Laberintos sin salida, en los rincones del olvido !

El reloj sin manecillas, marcando el tiempo detenido,

segundos muertos, pausa macabra en el aire nervioso,

en los ojos vacíos, la sombra de una rota diadema.

 

 

Los lazos fuertes se han ido desgastando por lo incierto,

esposos atesoran fotos de un pasado compartido,

hijos que buscan en los ojos, la chispa de encuentro,

inevitable, el corazón se desgarra al lamento reprimido.

La música puente hacia el pasado para consolar el presente,

evocar, en la noche más oscura hay claridad elocuente,

en el corredor los colores son tonos grisáceos ajenos,

se arraiga la herida abierta, sin consuelo, dolor sinsentido.

 

 

En el transito turbado, la exhalación se desata,

el céfiro solloza, en soledad se halla la mente,

evocaciones difuminadas, la vida se retrata,

en los rincones de la conciencia, la razón perece.

Puertas se abren y cierran, llaves brillan si motivo,

se desdibujan del pasado, en el presente escondido.

Entre desconciertos y suspiros, el corredor se opaca,

fragmentos de un lenguaje que el alma estremece.

 

 

¡ Voces familiares no encuentran su modulación !

Son palabras atrapadas en el abismo siniestro,

pasos sin dirección, en la oscuridad de la ilusión,

reminiscencias se deshacen, como polvo en el viento.

Suspiros ahogados, en el mutismo de un arrullo,

en el corazón, la muerte se acerca sin apuro.

En el umbral de la eternidad la sombra renegó,

espectros sin rostro, en el mar de llantos quietos.

 

 

En el jardín del abandono, flores marchitas sin recuerdos,

y en la caja oblonga, se desvanecen los destinos,

los árboles exponen secretos enterrados por el tiempo,

espejos reflejan rostros desconocidos ya perdidos,

los relojes su tic tac derriten en zonas desiertas,

y las efigies se retuercen, claman su propia esencia,

el eco de los recuerdos se disipa en silencio,

Las nubes lloran lágrimas de tinta, borrando los caminos.

 

 

El pasadizo se estrecha, el alma en su quebranto,

se olvidan las llaves y puertas que se cierran,

en la etapa terminal a ese lugar de la memoria, negamos,

figuras indistinguibles vagan en la tierra yerma,

miradas que buscan, pero nunca encuentran la luz.

En corazones rotos, el dolor se esconde en acritud,

en el último verso, la muerte entonará su canto,

¿ Aislados en la nebulosa, si la realidad se reprimiera ?

 

 

Vivencias desintegrándose, cual cenizas en el infierno,

o como agua de las manos, se escurren inevitables,

momentos fragmentados, la mente, un tejido roto disperso.

¿ Quién soy ? ¿ Dónde estoy ?  al reflejo de cristales,

buscando una salida en este mundo de sombras,

la esperanza se ha marchado sin aviso dolorosa.

Estallar en llanto interno y lento, tanto desconcierto,

reverberaciones, rompecabezas de piezas faltantes.

 

 

Dicha alrededor, un rayo irradia en los recuerdos,

breves instantes, hacia la desolación que se desempeñó,

 en la última puerta, el desconocimiento oscuro, funesto,

en este descuido todo cae a pedazos sin abstención.

En el eterno vacío, el Alzheimer subsiste sin mediar

la última luz se ha ido sin retorno, el aliento final.

La muerte susurró su arrullo en desconsuelo,

en el precipicio, se pierde el último rastro de calor.

 

 

 

Elthan.