Aquí yazgo, solo, entre tinieblas
entre humedades y rastrojos
sobre manantiales secos y frescos
bajo los floridos almendros.
Mi vida ha sido rayo, volé como el viento
cabalgué sobre caminos sagrados,
crucé el destierro
de los desheredados de la tierra
oyendo sus gritos lastimeros.
Sacrifiqué mis días de frescura,
cuando las fiestas duraban días
y las preocupaciones estaban exentas de pasar por vicaría,
eran porciones del tiempo de algarabía
y oleaje tenso.
Anduve por la ciudad deprimido,
asfixiado de humos,
con dolor en la cabeza de los ruidos,
estresado, el tiempo era un avión de combate
rompiendo la barrera del sonido.
Intenté ser semilla, en vez de páramo
vida nueva en vez de fracaso exonerado,
de bailar en las barras de los bares
no ser rata de cloaca, ni saliva envenenada.
Amé como aman los pájaros su libertad
como el río su valle, como la montaña a la nieve
como el amante a la amada,
como el fresco al verano radiante de felicidad
que vivíamos antaño.
Me quedé sin vista, sin gusto, sin olfato
fui perdiendo los sentidos de la vida
la belleza del alma, el amor del corazón
incluso la pena y la angustia.
La claridad se volvió neblina
el amor sarcasmo
la rutina era mi aliada
mejor estar aquí donde yazgo
junto con mis hermanos del pasado.