Hablándole a tus ojos
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Al miraros me ofrecéis
el silencio, de reojo;
me contemplan vuestros iris
con recelo o con decoro.
Abrid de una vez la cerca***
de alegrías y sollozos,
que cerca de ellos me lanzo ***
a la suerte y me abandono.
Preciosas esferas verdes
que de mÍ lo sabéis todo,
dadme entrada a vuestros mares
de cristal y misteriosos.
Dos luceros con intriga
me hipnotizan con aplomo;
sin soltar una palabra,
me hechizan sin poner coto.
Es tan profundo el hechizo
que vivo y muero de gozo,
vivo para estar en ellos
y, por ellos, muero un poco.
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Fotografía y poema: Ramón Bonachí.