Azules y siempre vidriosos, siguen tus ojos en mis recuerdos
Bajo la tentativa de cruzar la cerca de mis escepticismos
Y, sobre la narrativa de un espléndido sitial... desde donde me ves
Con tu seño fruncido, voz ronca y dulce en todas tus salvaguardas
Y la dulzura épica de los besos toscos con que me coronaste mas de una vez
Abuela emblemática de muchos, la mía
Que me cuentan que llegaste de Since,
Soberana de 11 hijos temperamentales
Luz primigenia del mundo que me diste
Quisiera, seguirte de la mano y caminar de las Américas al Cortijo...
Cuentame otra vez, de los enigmas de la noche, las ánimas y los aparatos
Despertar y ver la leche, reposando, recién hervida en el mesón
Y en repuestas de mis pubertos acertijos, verte regar las rosas, o repicar el pimentón.
Todavía recuerdo el día que me despedí
Con dos manos de plátano, ñame y papas
Sacando pecho, y sin reconocer la letalidad del tiempo
Me fue muy duro, verte en la amnésica escualidez
Dora Inés Navarro, daría mi alma a los malévolos designios
Por escucharte, posando un caracol sobre mi oido
Por un último sermón de tu ser bravío...
Te amo y por siempre te amare.