Gustavo Martinez Deschamps

Dora Navarro

Azules y siempre vidriosos, siguen tus ojos en mis recuerdos

Bajo la tentativa de cruzar la cerca de mis escepticismos

Y, sobre la narrativa de un espléndido sitial... desde donde me ves

Con tu seño fruncido, voz ronca y dulce en todas tus salvaguardas 

Y la dulzura épica de los besos toscos con que me coronaste mas de una vez

 

Abuela emblemática de muchos, la mía

Que me cuentan que llegaste de Since, 

Soberana de 11 hijos temperamentales

Luz primigenia del mundo que me diste

 

Quisiera, seguirte de la mano y caminar de las Américas al Cortijo...

Cuentame otra vez, de los enigmas de la noche, las ánimas y los aparatos

Despertar y ver la leche, reposando, recién hervida en el mesón

Y en repuestas de mis pubertos acertijos, verte regar las rosas, o repicar el pimentón.

 

 

Todavía recuerdo el día que me despedí 

Con dos manos de plátano, ñame y papas

Sacando pecho, y sin reconocer la letalidad del tiempo

Me fue muy duro, verte en la amnésica escualidez

 

Dora Inés Navarro, daría mi alma a los malévolos designios

Por escucharte, posando un caracol sobre mi oido

Por un último sermón de tu ser bravío... 

Te amo y por siempre te amare.