Escenas en blanco y negro
pasan por mi mente, fugaces:
Decenas de hombres nerviosos
en la estación Campo Grande.
Vaporosas esforzadas,
expanden su vapor al aire
con un imponente aspecto
y una fuerza de titanes.
La gente sube nerviosa
a los de tercera clase
y pocos afortunados,
a los más confortables.
Valladolid Campo Grande,
años cincuenta…
miseria y hambre…
hombres y mujeres grises
pero dignamente amables
con maletas de cartón
y sonrisas agradables,
van subiendo a sus vagones
que les lleve a alguna parte.
Un mocoso de ojos negros,
entre su padre y su madre,
graba en su nimia memoria
escenas, matices, frases
que sesenta años después
pueda expandir en el aire.
Cómo recuerdo ese ambiente,
como añoro ese donaire
de jóvenes pispoletas
haciéndose las interesantes.
Carbonilla y humo negro
y con humilde equipaje
vamos llegando despacio
al final de nuestro viaje.