Entre unas rejas
hechas de flores
desde mi celda
atisbo un bosque.
Lo veo lejos
aunque esté cerca
porque soy preso
de mi sentencia.
Llevo una vida
desperdiciada,
poco vivida
y encarcelada.
Soy prisionero
y voy llorando
por desconsuelo,
por desengaño.
El amor vino
dando la espalda,
nadie me quiso
más yo la amaba.
Presidio cruel
es la amargura
que hizo perder
mi compostura.
Fui traicionado
por quién decía,
jurando en falso,
que me quería.
Sin yo buscarlo,
La sorprendí
con un extraño
ajeno a mí.
Aquella escena,
de imagen dura
me abrió las puertas
de la locura.
Y sin pensarlo
sintiendo rabia
me vi matando
a esas dos almas.
Hoy soy un reo
en doble celda,
una de celos,
otra de piedra.
Y mientras sienta
lo que yo siento
será condena
donde me encuentro.
Ser un cautivo
de la pasión
lleva al delirio
de la razón.
Tengo presente
que, si volviera,
pero consciente,
lo repitiera.
Miro hacia el bosque
y puedo ver
todas las flores
que quiero ser.