La tristeza me acecha
cuando veo que sigues siendo el mismo cuervo negro
que espera cuando duermo para arrancarme los ojos
que hurta en mi pecho cuando abundan mis frutos
que come de mi carne cuando ve una herida abierta
cuando mi sangre incesante mancha sus plumas.
Cuervo negro que solo vuela a mi copa cuando la lluvia abunda en ese cielo suyo, ajeno,
ese cielo suyo, perverso.