En la penumbra de la noche fría, dos almas se amaron con fervor, jurando eterno amor bajo la luna sombría, pero el destino les jugó una cruel traición.
Caminaron juntos por senderos de dolor, prometiéndose nunca olvidarse, pero el tiempo los separó sin compasión, y en silencio se alejaron, sin poder evitarlo.
El recuerdo de aquel amor ardiente, quedó como una sombra perdida en el olvido, como el sol que se esconde en un atardecer triste, y las lágrimas se derramaron en el vacío.
En el silencio de la noche, se oyen susurros de agonía, los ecos de un amor que se desvaneció en la distancia, el fuego que ardió con pasión ya no brilla en el día, y la promesa de no olvidarse se perdió en la añoranza.
Dos almas que se amaron con pasión, se separaron en un adiós sin retorno, y aunque juraron no olvidarse en vano, fueron dos corazones rotos por el destino traidor.