Hallábase la barca de mi alma
azotada en un mar de tempestades,
las ráfagas del viento me abatían,
y las fauces de la bruma, lentamente avanzaban.
La soledad, me subyugaba a su capricho,
y el fantasma de la noche me hacia suya.
El oleaje de las dudas, insaciable me azotaba,
y su espuma blanca se esfumaba entre las sombras.
Era la noche tan oscura y tan negra!!
sin estrellas, sin la luna, sin cometas;
sólo tinieblas impalpables,
confundiendo la mar, el cielo, y la tierra.
Como los rayos destellantes de la aurora
te alzabas entre áridos escollos,
mientras las crestas de las olas te abatían
no cesabas de mirarme, ojo a ojo.
Me llamabas, como quien llama a su amada,
con susurros de cantos de sirena.
El rumbo, me lo mandabas con el viento,
hasta anclar mi barca en los brazos de tu puerto.
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