Joaquín Garcés

La Voz Sorda

 

La voz sorda

gritó al oído pálido:

tu mano tiene

los dedos sellados,

a lo que respondió:

tus ojos están apagados.

Ambos olfatearon

el sabor de la nada,

cada uno imaginando

el tacto sombreado

del polvo osmótico

en la memoria de la realidad.