Cansado de respirar esta vida,
como un pez nadando en arena,
me detuve en un cementerio
y puse mi cabeza a descansar
sobre una tumba de mármol.
Me quedé dormido y soñé
que exhumé las cenizas
de mis parientes muertos
con mis manos desnudas.
Después, salté sobre la copa
de un árbol de mangos amarillos,
inhalé el polvo blanco inanimado
y me fui sin rumbo, volando
como un ave prehistórica.