El ángel que no muere
Un crespón negro borla el firmamento
con un icor de noche sobre seda,
y en esta blanca luna en que se hospeda
dejo aquí su palabra y su lamento.
El ángel que no muere aquí lo siento
y con la dulce brisa en que se enreda,
hay algo de añoranza que nos queda:
saberlo como un ángel entre el viento.
Y tal es, porque Dios desde su altura
con poderosa luz reina en el cielo
y el vasto mar, la luna y las estrellas.
Nuestro Ángel se ha unido a la luz pura.
Y aunque lo sepultemos bajo el suelo,
como ángel, persigue nuestras huellas.