el brujo de letziaga

La barquera del viento.

Hoy doce de mayo escucho un suspiro de viento entre el follaje que me hace creer que soy algo más que nadie, cuando el sol me anida completamente y me reflejo en las ondas del lago al son de un peculiar bamboleo cerca de los juncos, que están murmurando por lo bajines en las verdes orillas sus celos desafiantes.

 

Y navego entre las palabras justas que ahora escribo en una barquichuela imaginaria que va rumbo al verano con su estío de siesta y sombra, vislumbrando un horizonte en lontananza que será de muchos azules y júbilos de soles claros.

 

Imagino ese destino estival en este día de lujo, como concibo mil fuentes armonizadas por una música tan bella como la que se cantará en las verbenas de esa luna sin años, antes de que se rinda enamorada a la lumbre de los arroyos.

 

Aire que yo respiro venido de un cielo inventado que hago mío durante un momento contribuyendo a este relato de invención y calma, de inocencia trémula que se oculta entre los remos de la barquera del viento.