La Bruja
Muy temprano por la mañana
Me levanté, pensando, en nada
A las Diez, me desconecté del mundo
Se empezó a apagar la vela
Creando gran desconcierto en mí
Ansiedad, desasosiego mortal
No entendía nada de nada
Tenía frío, y había sol sin nubes
A las dos, comí y se calmó la ira
De los Dioses del Olimpo
Más tarde, empezaron las agujas
A clavarse en el pecho, los brazos
No podía moverme, soportar más
Le decía a mi mente, que no era nada
Nada, de este mundo, pensé
El mundo no me dejó en paz
No pude cerrar los ojos
Llegó la noche, con su plenitud
Fue un bálsamo reconfortante
El que calmó mi ansiedad
La divina había secado mi impetú
Hasta la última semilla
Dejando Alma y espíritu huérfanos.
Amén