(A mi esencia poética)
Deja que caigan las horas sobre ti,
tratando de ser un momento de voz
para lo que puedas reunir en tu palabra.
Imagina los días por venir y los demás
que han quedado dispuestos en el aire,
para tomar el tiempo en bocanadas,
con que dibujar silencios y algarabías.
No le llames poesía todavía si aún
no has desarmado los soportes de tu casa
y dejado fuera lo que amuebla tu quietud.
Puede que no llueva sobre tu espera
ni madure el sol bajo tus plantas,
incluso la sequía es una ocasión
para lograr que broten tus semillas.
Deja que te digan lo que puede fluir,
si pruebas vivir cada día un minuto a la vez,
bordando los sueños que te bosquejan.
Hoy bajarás de la cuesta rodando de nuevo,
para hundirte en la fuente de los deseos,
de donde puedas surgir como un verso
que reúna en siete palabras tu travesía.
Y cuando escribas abre puertas y ventanas
para que el viento pueda susurrar en tu oído
la esencia de los versos y no palabras vacías.
Deja, en fin, que sea poesía o no sea nada,
que algunas formas hay de trascender,
intentando rozar los bordes del tiempo,
pero solo una se podrá parecer a ti mismo.