Hugo Steeven Carrillo Plaza

Ajedrez Decapitado

Podría escribir los versos más tristes esta noche, 
eras mía y ahora no estás, siento un vacío, un reproche. 
Podría sentir la presión que sintió Ángel Silva al perder, 
mi más grande amor, ahora sólo puedo temer.

Cuando pienso en todos mis errores, desearía zarpar, 
sin rumbo cierto, desde sin saber dónde llegar. 
Pero, ¿qué sentido tendría sin ti en ese viaje? 
Sin ti, mi amor, sólo encuentro un abismo.

En este mundo de sinsabores, tu risa es mi consuelo, 
de oro, de cristal, de plata, mi anhelo. 
Rememora un scherzo lejano, un eco en el viento, 
en tu risa hay un son de violín, mi aliento.

Mírame aquí, recordando lo perdido, 
sin la cálida compañía de tu ser querido. 
Creo que ya he decapitado mis errores, 
mis fallas, mis miedos, mis temores.

Tenía un trato contigo, contar conmigo sin fin, 
en este ajedrez de amor, un juego sin fin. 
Las palabras no bastan para disculpar mis errores, 
pero ese ser que falló, murió en sus dolores.

¿Cómo puedo hacerte entender que ahora soy otro? 
Mi vida te pertenece, de ti estoy loco. 
¿Será una necesidad de apego irracional? 
No, es el toque de tu alma, amor celestial.

Quiero que seas lo primero que vea al despertar, 
y lo último que contemple cuando mi vida se vaya a apagar. 
El dulce placer de imaginar una familia contigo, 
eres fuego que con un drakaris encendio mi alma, te lo digo.

Ruego a algún dios que me perdone, te imploro, 
deseo otra partida, no seamos contrincantes. 
Quiero que seas mi reina en este tablero, 
te prometo una partida digna de un Kasparov sincero.