En un melancólico recuerdo
he de embriagar mis sentidos
con tu vino, con tu sexo.
Vierte en aguas frías tu tormento,
sácate las ganas de ser más que un llamado
y suplanta con tu identidad mis párpados.
Eres dueño de mis letras,
la inspiración de mis dedos.
Enloqueces mi ser con el tacto de tu fuego
ardientes tus mejillas acarameladas
y tan frescas tus pupilas dilatadas,
preciosa fruta de tiernos ojos
conservas un Edén, en tus labios carmesí.