Aves de carroña y presa
circulan alto en el cielo;
miran la que tiene el velo
atacan fuerte por sorpresa.
Se esconden en niebla espesa,
vestidos de lobos plateados,
con un ataque desesperado
la presa sigue viva e ilesa.
Vuelan sin rumbo de regreso
otando en lejanía hedores
difusos y sin sabores
acortando su progreso.
Al final , siguen en espera
del sendero de los caídos
ignorando que serán dormidos
sin anestesia en estera.