Y yo me pregunto entonces,
¿Por qué me hiciste creer, que era digno de ser amado?
¿Por qué me otorgaste el amor que en cientos busqué?
Para luego partir, dejándome en el pasado.
Me enseñaste que podía ser auténtico,
Que no debía aparentar,
Que ni siquiera necesitaba esforzarme,
Solo debía amarte.
Me llevaste a noches de ensueño,
A los sueños más palpables,
Pues no eran sueños, simplemente dormías a mi lado.
Me hiciste amarte, y yo, dejé que me ames.
Me hiciste comprender que yo podía ser amado,
Te permití quererme con todo lo que implica,
Pero tú, solo partiste, dejándome abandonado.
Sin rumbo ni pluma,
Sin ilusión ni musa,
Ya no estás, ni yo tampoco estoy.
Permití que me ames como nunca me han amado,
Pues pensé que estaríamos juntos,
Más bien efímeros fuimos en nuestras vidas,
Pero yo te amo, y en esta noche te lo reclamo.
Mi corazón es tuyo, mi felicidad también,
Estoy seguro de que no habrá otra mujer
Que me dé lo que tú pudiste darme,
Pero tampoco quisiste, egoísta.
Te voy a ser sincero, pues prefiero odiarte,
Despreciar tus defectos y alejarme de esta melancolía,
Y aunque deteste mi sufrir,
Este amor tan hermoso, es imposible dejar de sentir.
No lo entiendes, eres tú, señorita,
Son tú y tus labios,
Son tus pómulos, tus lunares punteados,
Simplemente eres tú.
No podré dejarte ir,
Pues eso significaría renunciar,
Renunciar al amor más puro y hermoso que mi corazón ha podido replicar.