Eran las siete de la tarde
deriva del astro sol,
suave, acaricia la brisa,
recurrentes sonidos
Reflejos de los vidrios
encastrados en las moles
erguidas de la ciudad,
en ingeniosas escenas
Ensordecía el tráfico
las naturales notas.
Cercano un “tac, tac”
remedo de andares
Rememoraba la fantasía
de la velada nocturna,
Estimulando mi caminar
sobre baldosas de granito
El “tac, tac” se aproxima
a prisa, creo reconocer,
la rítmica progresión y
la sensación, me hizo volver
La silueta, acompañada de su sombra,
de los rubios y alterados cabellos
que irisaban reflejos áureos de sol,
la penetrante mirada de azules ojos
La brisa revolotea la sugerente
abertura de un floreado vestido,
unas piernas agiles, firmes, nacaradas,
sobre los pedestales tacones de aguja
Un instante, un beso, unos brazos,
un perfume, la suave y cálida piel,
el contacto, el roce de dos cuerpos,
las manos exploran y averiguan
Los sentimientos fundidos rellenan
el crisol de los recuerdos vividos,
el deseo forcejea con la razón
la fascinación provoca el encanto
¡Se inmoviliza el ruido, el viento, el sol y
dopados de admiración, deslizamos hacia nuestras emociones,
a las siete de una tarde cualquiera!