Días de soledad,
tiempos de melancolía agobiante…
de una tristeza abrumante…envuelta de pesadumbre.
Horas de una mentirosa calma…
transitando por los laberintos de la incertidumbre,
naufragando en un vacío interfecto…
donde se desvanecen los afectos
donde corren vientos de añoranza…
que juguetean con quimeras macilentas.
Días de larga agonía…de trémula y febril ansiedad…
que acosan mis sentidos…con su trivial realidad…
como un castigo siniestro.
Hay tiempos así…de oscuros desenlaces…
cumpliendo su sombría rutina,
que atomiza los momentos,
que van apagando de a poco los sentimientos.
Instantes eternos…que no acaban de fustigar con su tormento…
y prolongan su estadía…hasta amortiguar al corazón.
Pasa la vida…lenta,
con una desidia que espanta,
pasa con fiera ironía la existencia…
mirándome fijamente…con desafiante insolencia…
como preguntándome si aún quiero continuar,
y veo en el abismo de mis adentros…un demacrado panorama…que me hace desertar.
Vengo caminando desde lejos…
desde los primeros años…desde la infancia,
arrastrando una valija de penas…y una alforja de escarmientos,
con todos aquellos fragmentos de mi cataclismo juvenil,
con una herida penetrante…que se me hizo más honda…en lugar de sanar.
Vengo con los ojos cansados…de tanto mirar atrás,
con los brazos agotados de cargar con mi dolor…
pero vengo aún… soñador …por el último de los milagros…que me restituya la paz.
Vengo fatigado, inconsolable…desesperado a veces,
con una angustia atravesada…que no me deja respirar,
la suprema zozobra que me quebranta…y que va sometiendo las pocas ganas de vivir.
De la derrota he huido…
y el fracaso intento evadir,
no me he dado por vencido…
porque aún, en el horizonte ambarino…
veo una ardiente estela de luz…que me alienta a seguir.
Descansa en el silencio… mi fuerza y mi tesón,
derramo un par de lágrimas...y contemplo en mi pasado…lo que fue y lo que no pudo ser.
Me levanto de la apatía…y rezo,
invoco una oración diaria…
con la plegaria de un nuevo comienzo…que me devuelva la fe.