Son mis manos, perpetrando trémulas y heladas en la esbeltez de tus divinos ornamentos.
Son tus manos, entusiastas, y al sustento de encajar con perfección en mi garganta...
Son monólogos de pieles, trenzados de Nirvana; sin buscar bajar alguna estrella, sin cotejos bajo luna, ni esperanza de expiación bajo la lluvia. Sin besos de despedida, ni miradas encharcadas, ni causión que atestiguase el encuentro de dos ambiguos corazones.
\"¿Quién va a frenar un corazón amante? ¡El corazón arde para vengarse\"