jvnavarro

UNA TARDE MUY ABIERTA Y DESEADA

 He ido en esta tarde
muy abierta y deseada
detrás de una luz que me cegaba,
rica ella
en su corta vida,
por todos los lugares avanzaba,
dulzor que me faltaba
 se posicionó a mi lado,
sin decir yo,
 a lo que quise, nada.
 
Me he acercado hasta la playa,
para estas fechas
ya llena de gentes,
en el agua brillaban 
 las soledades del aire 
transitando sobre las olas mansas,
ya la arena convertida en cabecera
de lo que será este verano, 
que ya nos palpa 
con sus muchas gracias.
 
Sombrillas de todos los colores
se convierten en escaparates, 
que  nos trasladan
a los inicios playeros 
de un hambriento
siglo veinte,
época de la que nadie
ya con voz propia nos habla.
 
Por aquí cerca de mí 
el calor inunda las abiertas terrazas, 
en este paseo de palmeras,
curtido por diferentes culturas,
jergas y argots de lenguas varias,
que dejan su impronta
en las mesas bien puestas
de las heladerías, restaurantes
y tiendas de ropa, baratijas y quincallas.
 
Solo las sombras 
recién llegadas
conforme el sol se marcha,
son algo parecido
a un beso que se alarga.
¿Será por su dulzura?
¿ Será por qué con buen ánimo
sus caricias se esperaban?
¿Será por qué tientan?
¿Será por qué gustan sus fragancias?
¿Será por qué son soplo fresco?
¿Será por qué
al amparo de las buenas brisas
se libran buenas batallas,
entre dos cuerpos que se estiman
y se conquistan para la misma causa?
 
Tanta pregunta
es verdad que cansa,
y mucho,
 si en su interior,
estilo sobrio
de elegancia clásica,
 se rasca.
 
Por eso digo,
ahora que me alcanza
 una brisa
descarada,
 ¡que viva el amor!
y que en esas vivencias sanas
todos los que se quieren
se amen y con ganas,
que no se rompa una terneza
por falta de esperanza,
y que todos las pasiones sean
algo parecido
 a una eternidad
muy larga,
ya todo querer y cariño,
aprecio y buenas caras.