En mi sensibilidad el duelo
pasa como el soplo del viento
cuando el espíritu se libera
de un cuerpo maltrecho.
Es cierto se nota la presencia
y la ausencia socava el alma,
pero el consuelo, si el consuelo
me permite tener vida propia.
Cuando el arrepentimiento
por lo que hice o dejé de hacer
me perturba, le doy paso
a mi soliloquio y me cuestiono:
pero lo hecho, hecho está.
Se me escapa un profundo suspiro
porque al honrar a la muerte
las lágrimas tibias las retengo.
¿Es absurda mi creencia?
quizás: pero en mi soledad
pienso “la vida solo es un espejo”
y tengo que darle tiempo al tiempo.