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Mi palmera

 

¡Mírala! tan orgullosa 
impertérrita, y altiva
oteando  el horizonte,
y a su espalda, la colina. 
Su tronco recto y erguido,
con ramas que desafían
como pétalos perennes,
como presagio de dichas.
¡Longeva y grácil palmera!
de sombra escasa y sencilla;
palmera de tierra seca,
de mi desierto, sonrisa. 
Cuando su estampa diviso 
huele el aire a cercanía,
a un infantil paraíso 
resurgiendo de cenizas.
¡Palmera de tierra yerta!
a mis ojos, infinita…
bonanza de mis amores 
dolores de mi partida
como una añorada estampa
su silueta se perfila 
entre el cielo que oscurece 
y  la luna que germina.
¡Palmera que en mi desierto
regala sombras finitas!