Mi pregunta retumba en mi ser,
como trueno en tormenta cruel:
¿Dónde carajos estaba yo?
Yo, energía libre en vibración,
tú, soñadora de fugaz visión,
un enigma envuelto en sutileza.
El tiempo, cual espejismo fugaz,
nos puso frente a frente, sin azar,
un encuentro fortuito, sin fin.
En esos pocos minutos, tu sonrisa,
un destello de luz que mi alma encendía,
me cautivó con su dulce hechizo.
¿Dónde carajos estaba yo?
No te buscaba, mas al escucharte,
todo cobró sentido, pude descifrarte:
las prisas no caben en el amor verdadero.
Las historias tienen su final,
cierto es, mas el amor que nació sin igual,
podría ser eterno, no lo sabremos,
hasta que el destino diga su veredicto.
Ahora que apareces en mi vida,
no te dejaré ir, mi alma te confía
esa mirada radiante, esa sonrisa,
que alegran mi ser con su dulce brisa.
Eres la mujer que siempre soñé,
la razón por la que mi corazón late con frenesí.
Te amo con la intensidad
de un volcán en erupción, sin mesura,
con la pasión de un mar que lucha sin cesar.
Aunque te duermas antes de comenzar
cada película, te amo sin cesar.
Te amo con la ternura
de un niño que descubre el mundo con fervor,
con la pureza de un corazón que se entrega en un segundo.
Aunque seas el desastre hecho mujer,
te amo, mi amor es puro y sincero.
Te amo.
Ya no importa dónde carajos estaba yo.
JTA.