Lloraba el arpa encerrada
en un cajón de madera,
lloraba porque sus cuerdas
dormidas se destensaban,
un manto blanco de polvo
su cuerpo lo disfrazaba
y eran las telarañas,
adornos sobre sus hombros.
Lloraba el arpa angustiada
metida en ese cajón,
y dormida en el soñaba
cuando alguien la tocaba,
y podía oír su voz.
Hoy su cuerpo siente mudo
recostada en un rincón,
su llanto, su compasión
en sus cuerdas hacen nudos.
Llora el arpa porque supo
que alguien allí la olvidó,
y en un cajón de madera
por el tiempo carcomido,
se oye el arpa, y sus gemidos
pidiendo salir afuera
y sola, sola se queda
entre el polvo y el olvido.