OSCAR LUIS GUZMAN

DE MI RAZA

El pensamiento de mi raza

es el reflejo que a mi pueblo

lo adorna y lo embellece...

Mas, como paradoja del destino, 

al mismo tiempo lo entristece y calcina su camino... 

En su voz, manchada de un místico reproche,

se mezclan en las notas de su canto el brillo de la aurora,

y los vestigios de  la noche; sin temor a la muerte…

pues, siempre hay inspiración en su canción inerte,

la que expresa con fuerza y desafío.

A las auroras, las matiza de alegría, al comenzar el día...

Pero se mezcla en su alma, la tristeza

cuando se acerca el mediodía;

si le falta el sustento para sus crías... 

Sonríe por no llorar y ahoga sus querellas

después de trabajar, con botellas de aguardiente o mezcal.

Su cansado cuerpo, de piel y corazón candente

a diario se reposan en una tosca y colorida hamaca,

frente a una hermosa playa tropical

para olvidar el sueño fantasioso de la vida.

En noches estrelladas de fandango

se la pasa cantando nostálgicas chilenas,

por no poder en silencio llorar;

porque las lágrimas NUNCA deben

de los hombres emanar...

Y su sueño final es, que al morir,

con gusto y para siempre

poder cantar, y guarecerse debajo de un palmar

en aquellas lluviosas tehuanas playas, junto al mar;

acariciando con sus ásperas manos su rústica guitarra

y declamar sus poemas, sus tristezas y su andar...

 

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