El pensamiento de mi raza
es el reflejo que a mi pueblo
lo adorna y lo embellece...
Mas, como paradoja del destino,
al mismo tiempo lo entristece y calcina su camino...
En su voz, manchada de un místico reproche,
se mezclan en las notas de su canto el brillo de la aurora,
y los vestigios de la noche; sin temor a la muerte…
pues, siempre hay inspiración en su canción inerte,
la que expresa con fuerza y desafío.
A las auroras, las matiza de alegría, al comenzar el día...
Pero se mezcla en su alma, la tristeza
cuando se acerca el mediodía;
si le falta el sustento para sus crías...
Sonríe por no llorar y ahoga sus querellas
después de trabajar, con botellas de aguardiente o mezcal.
Su cansado cuerpo, de piel y corazón candente
a diario se reposan en una tosca y colorida hamaca,
frente a una hermosa playa tropical
para olvidar el sueño fantasioso de la vida.
En noches estrelladas de fandango
se la pasa cantando nostálgicas chilenas,
por no poder en silencio llorar;
porque las lágrimas NUNCA deben
de los hombres emanar...
Y su sueño final es, que al morir,
con gusto y para siempre
poder cantar, y guarecerse debajo de un palmar
en aquellas lluviosas tehuanas playas, junto al mar;
acariciando con sus ásperas manos su rústica guitarra
y declamar sus poemas, sus tristezas y su andar...
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