Ahora que el naranja te acaricia
reclamo por tus besos a la luna
que su luz me conceda la fortuna
de tus labios probar, dulce delicia.
Que la oscuridad nos sea propicia
y a su abrigo, tus manos sean cuna
hasta que nuestras almas sean una,
donde el deseo sacie su codicia.
El amor, al ocaso nos convoca
la velada, a los cuerpos, en ansia ata
en pasión, que la noche nos provoca.
Late el corazón, alto se arrebata
y mi hombría en tu suave cuerpo enroca
tocando para ti, una serenata.