En esta vida, decidí aferrarme a Dios,
entregándole por completo mi corazón.
Quiero recordarte mi dulce princesa que
no me enamoraste por tu belleza;
ya que al final se marchita
como flor en primavera;
me enamoraste porque tienes temor hacia Dios.
Él es tu fortaleza y tu mayor riqueza;
Él te hace brillar de pies a cabeza.
Es un placer amarte en todas tus etapas,
descubrí que la llama de mi amor por ti no es constante,
si no es alimentada por un ser santo y amoroso;
sin Él soy un gran mentiroso.
Ante mis ojos eres como un arte maravilloso,
es una prioridad valorarte, cuidarte;
y con solo besar tus labios rojos me impulsas a decirte
que serás la única reina de mis piropos.
¿Quién no se vuelve a enamorar?
si un ángel como tú es difícil de encontrar
¿Quién no se vuelve un sentimental?
si en ti habita una luz fenomenal.
Que maravilloso es estar casado contigo
cuando agarro tu mano,
mi corazón está tranquilo
princesa te robaste todo mi cariño.