La sombra de Io, que acaricia los volatiles sistemas de Júpiter, me mira
Socava en mi espíritu soez como un afable y benévolo arquetipo.
La sombra de Io, me es un inasible abismo
En ella hay un arcano fuego ennegrecido
Y en mi, hay dedos pretenciosos que se ciñen.
Io, yo sé que tú me ves eclipsando el sol
Desgranando los luceros de tu dosel...
Yo sé que tú me crees, anárquico, burdo
Ávido de vértigos y farisaico metafísico.