¡Oh, cielo mío!
¿por qué me miras así?
soy una entelequia, un desdoble del silencio
vibrando mi sentimiento en un mar de lamentos
de corolas eternas, de pistilos inciertos.
Yo quisiera ser alma fosforescente
andando el páramo y el molino
de tu desangrada vida
de tus recovecos no escritos.
Quiero que seas mi noche de estrellas
el camino de la muralla, ese devenir errante
que me ciega y nadar quisiera por tu
cabellera, reír por tu espalda, dormir
en tu hoguera.
¡Oh, pájaro triste!
cigüeña de paso en el estanque del amor
apisonadora de mis noches
sol de mi resurrección
agua oscura, sed de amargura.
¡Oh, cascada de mi vida!
tortura mi ansiedad, acelera mi calma
dame sosiego, cariño en la morada
donde los pájaros trinan al calor
de tu aliento.
¡Oh, caracola marina!
desnuda mi alma, surca mi timón
mi musculada espalda, un río de sangre
en tu corazón soy por la mañana.
¡Oh, sed de mi vida!
dame agua bendita
bendice esta noche estrellada
surcando mi alma, con vientos
huracanados, de aquella nostalgia
que viene a visitarme, cuando me duermo,
en la ensenada del huerto.