¡Que tiempos aquellos, que alegres vivimos
primeras delicias que ofrece el amor;
en ellas pusimos magnánimo ardor,
que en tierno delirio, con fe lo tejimos!
¡Que tardes aquellas, en donde escribimos
la frase que lleva pasión y esplendor;
mirando el poniente, con ese color
que llenos de dicha, nosotros le dimos!
Me viene a la mente los bellos instantes
que hicieron milagros, de hacerme feliz;
besando los labios, de miel rebosantes;
que fueran de ensueños la dulce raíz;
en donde libaba los besos vibrantes
de aquellas que fueran mi fuerza motriz.
Autor: Aníbal Rodríguez.