Si me equivoco
en mi tonta tarea de cajero
es solo porque
no puedo parar de pensarte
extraño tu forma de mirar
o de mirarme
o de mirar el mundo.
Me desordena el alma
pensar, cómo
te incorporas con un gesto
sutil, suave
cuando estas pensativa.
Si me equivoco
en mi tonta tarea de cajero
es solo porque te veo
en lugares que son tuyos
aunque no estés
durmiendo en mi cama,
en mi espejo maquillándote
o muriéndote de ternura
por pequeños grandes motivos
por los que vale la pena morir.
La ternura carece de sentido
si no estás,
se reproduce frente a mi
pero no me derrite el corazón.
Si me equivoco
en mi tonta tarea de cajero
es porque se me derrite el corazón
de pensar una pequeña posibilidad
de otro mundo alternativo
en la que todavía nos decimos amor.
Si me equivoco
en mi tonta tarea de cajero
es porque no sé que desayunaste ayer
o cómo te levantaste hoy
es porque no sé donde
apunta la ternura de tus ojos.
Porque no sé si estás comiendo bien
o si te están amando como te mereces.
Si me equivoco en mi tonta tarea de cajero
es solo porque vivo en falta
de una parte mía
que sos vos.