El viento del adiós en mi ventana
envuelve con sus garras mi tristeza;
apunta frío dardo con firmeza
que clava sin piedad sobre mi diana.
Me rompe, me destroza, me desgrana;
arranca de mi cuerpo la corteza;
el frío va evocando tu tibieza
que tuve ayer y extraño esta mañana.
Sabiendo que también tú me recuerdas
y el viento del adiós te vuelve trizas;
yo vengo a recordarte aquí en la orilla.
Al irte, tal vez ganes, tal vez pierdas,
mas vete, aunque en tu pecho haya cenizas,
y cumple con quien lleva tu semilla.