Carlos Hector Alvarez

Ilusiones que vienen y se van

Fue mi existencia un remanso de paz,

un océano, cuyas aguas

plácidamente, llegaban a la playa

a besar sus sedientas arenas,

o por esas cosas de la vida

chocaban con algún escollo.

nada grave, se podía asimilar.

Más un día inesperado, 

llegaste con tus locuras, tus besos 

y avasallante pasión

para cambiar por amor, 

mis  apacibles y sosegados ratos.

¿Oh Dios mío, qué rayo me hiciste?

la quietud de mi océano

se transformó en una vertiente

de aguas revoltosas y de cascadas

que le trajeron un nuevo matiz

a la ruta de mi tranquilo andar.

Mi dicha se reflejaba en cada estrella

que el sol del amanecer amamantaba

Todo era primavera, los árboles

con sus verdes hojas 

y el aromático perfume de sus flores

Un paisaje bello,  distinto,

que duró lo que un suspiro, 

de anciano enamorado,

Un atardecer, te fuiste sin decir palabra,

y caen las hojas, se marchitan las flores,

ya no se respiran sus aromas.

El tiempo se salteó el verano, 

llegó el otoño,con sus penas y tristezas.

Sin darme cuenta, perdí la paz

de mis apacibles tardes, 

a sol abierto y al aire libre

para sumergirme en  la desesperante

laguna de  peces inertes,

donde predomina el silencio de las tumbas

y las ganas dolorosas de abrazar la muerte.