Hay sombras que oscurecen amaneceres
martillos siniestros que golpean las certezas,
son olas de barro que cubren las ventanas
y hacen los días interminables,
arenas movedizas que atrapan por horas, años o centurias
¿Serán mensajeros del infierno?
O tal vez muros amargos que debemos trepar
para volver a percibir la luz,
esa luminosidad que a veces sonríe ante las tinieblas
y otras veces se oculta en el hoyo de la desesperación