~ * ~Sinopsis:
~ * ~Cada vez que transcurre el equinoccio de la primavera Rosa desea sembrar una rosa en el jardín, sin saber que sangra de dolor con sus dedos con las espinas de otras rosas en el mismo jardín al sembrar la rosa de primavera…
Sucesos:
Rosa, una mujer soltera de la vida cotidiana, tiene en su hogar un jardín lleno de rosas sembradas, siempre siembra a las rosas en el equinoccio de la primavera. Rosa, una mujer de cabellos castaños y de ojos color café, posee uno de los más fervientes de los jardines, un jardín lleno de rosas sembradas en la estación de la primavera. El jardín competente es una gran competición de jardines hermosos, es un jardín lleno de clandestino rodaje. Las rosas son tan inmensamente hermosas que cada vez que Rosa recibe visita se prenden las rosas y no marchitan jamás. Rosa, una mujer soltera desde que enviudó de su esposo y del doctor Rogelio de la Campa, sólo, se dedica en cuerpo y alma a cuidar de las rosas como su eterno juguete. Y, Rosa, entre sus manos una rosa, la cual, posee espinas, un clandestino aroma y una fragancia de, las cuales, se enredan en el tiempo, en el ocaso y más en el crepúsculo. Cuando, en el alma de Rosa, siente una sola fragancia de las que comienza a derruir en el aire un aroma tan clandestino como son las rosas del jardín en el hogar de Rosa. Rosa, en el juego pertinaz del ávido desenlace se siente como el aroma en la piel y en el cuerpo desnudando al jardín de Rosa en el mismo templo del cuerpo. El jardín de Rosa se llena de un lindo crepúsculo deseando ver al sol en el mismo cielo por donde se cuece el calor de todo un sol para brindar a las rosas del jardín de Rosa. El jardín está completamente lleno de rosas sin ser clandestinas queriendo obtener de ellas las más dulces fragancias, el más bello color y que no marchiten jamás. La vida de Rosa se perfila con aromas naturales, con fragancias innatas y colores connaturales de estas rosas, por las cuales, Rosa ama desenfrenadamente a ese jardín en su propio hogar. La vida marca trascendencia cuando, Rosa logra derribar el alma, el corazón y la vida por revivir la vida en cada siembra con dolor en el jardín de ella. Rosa posee uno de los linajes más espectaculares que pueda preservar de la herencia de su madre que al morir hereda Rosa. Rosa clandestinamente posee uno de los rosales más innatos y se halla dentro de su hogar por la gran herencia que le ha dejado su madre. Las rosas con fragancias connaturales, ofrecen un bello paisaje en el hogar de Rosa y Rosa delibera en cuidar a ese huerto de rosas sin ser tan clandestinas. Rosa vive en el imperio autónomo por sembrar una rosa en cada equinoccio de primavera, es la herencia más indeleble que le dejó su madre al morir. Rosa con rosas en manos siembra la rosa cada primavera para hacer del huerto un jardín tan hermoso como lo es ella. Rosa se unió en santo matrimonio a la vida del doctor Rogelio de la Campa y fue muy feliz hasta que un día dejó de existir por un fatal accidente que lo dejó inmóvil por un tiempo hasta que falleció y Rosa enviudó dejando un lindo hogar para que Rosa continúe su labor cuidando al huerto lleno de rosas sin ser clandestinas. Las rosas en el huerto de Rosa son una hermosura de rosas bellas dejando abierto el corazón de par en par por ir y observar a ese jardín lleno de rosas hermosas siendo como la amistad para Rosa y cumpliendo con los estándares forzados en sembrar una rosa. En cada equinoccio de primavera, Rosa siembra una rosa, es la herencia de su madre queriendo y aceptando el linaje de su madre. La vida para Rosa es una vida fugaz como la estrella al quedar sola y abandonada por el amor del doctor Rogelio de la Campa y, así, fue su vida desde que muere el esposo de Rosa. Rosa cuida y embellece al huerto de rosas sembrando una rosa cada equinoccio de primavera y, así, es que guarda, embellece y es tan hermoso su huerto de rosas sin ser tan clandestinas. La fragancia, el aroma, el olor hacen del huerto un fugaz silencio, sólo, para abrir nariz y olfato para oler la fragancia que de ellas emana. Y, así, es que la vida de Rosa es como rosas en el jardín o en el huerto sin ser clandestinas por ser la herencia de una madre para la historia y, así, es que la historia nace sin debatir ni naufragar en el tiempo ni entre las rosas un fugaz encuentro entre Rosa y sus rosas en el huerto.
Rosa nace en la estación de la primavera, es un día soleado, fugaz y muy hermoso, la madre de Rosa al dar a luz a Rosa, siembra una rosa en primavera. Y, la madre de Rosa se acostumbra a sembrar en cada primavera una rosa, siempre tiene que ser en día soleado y después del solsticio de primavera. La niña al nacer tomó la virtud por ser una rosa tan hermosa como esas rosas que siembra la madre siempre en el equinoccio de primavera y llamó a su hija, Rosa. Y, sí, era la más hermosa rosa que había nacido en primavera y su madre siempre lo sabía. Rosa, por nacer, también nacen las más bellas rosas y la madre siempre lo sabía. La vida de Rosa nace en primavera y cree que las rosas no tienen espinas y que son sanas, indefensas, tiernas y muy bellas, pero, se forja un mal camino cuando las rosas poseen espinas y las espinas son sinónimo de dolor, de odio y de perecer bajo el clamor de un grito ensordecedor por herir sus dedos con las espinas de rosas. Rosa crece y su vida se convierte en una costumbre en sembrar una rosa cada equinoccio en primavera. La primavera para Rosa es cumplir años, es dar gracias a la vida por otro año más de vida y de existir bajo el sol de primavera siempre al sembrar una rosa cada estación de primavera. Rosa, al nacer en primavera se torna abastecida, decidida, siendo una niña al nacer forjando toda belleza de una rosa prendida en el jardín del corazón de una madre que siempre ha sembrado una rosa en el jardín de su predilección. La madre de Rosa con dolor de cesárea va y toma a una rosa con espinas, la siembra en el huerto del jardín en el hogar y crece la rosa sobre el huerto dejando gotas de sangre alrededor porque la madre al sembrar la rosa hiere a sus dedos con las espinas de rosas. La sangre símbolo de fuerza, vida, corazón y lealtad como ser fiel a esas rosas sin ser clandestinas en el huerto del hogar de la madre de Rosa. La madre de Rosa al morir, cuando la niña tenía diez años, dejó la encomienda a Rosa en sembrar una rosa en cada equinoccio de primavera dejando vida, corazón y alma en cada rosa del huerto sin ser esas rosas clandestinas y dejando la fragancia esparcir por doquiera. La niña al nacer se llamó Rosa, la rosa más hermosa de primavera y de todo el mundo. La niña al nacer en una bella primavera edificó la forma de sembrar las rosas en primavera. Rosa se enalteció durante y después de nacer en el camino una sola rosa sembrada en ese huerto sin ser clandestino ni pernicioso cuando la madre de Rosa deja la encomienda en sembrar una rosa en cada equinoccio de primavera. Rosa al nacer trajo consigo una rosa clandestina y fue llamada Rosa, la rosa más hermosa en primavera. La madre de Rosa por parir a Rosa se dijo para sí… -¨es tan hermosa que Rosa es la rosa más hermosa de primavera¨-, y que siempre sembrará una rosa en primavera dejando saber que Rosa es la rosa más hermosa que haya nacido en primavera. La vida para la madre de Rosa queda clandestina como poder sembrar esa rosa en el huerto del jardín, sólo, para saber que su hija cumple años en primavera. Rosa por haber nacido en la estación de primavera, su hermosura no cambia cuando en primavera luce hermosa como la rosa como dejó el lindo legado su madre en sembrar una rosa en cada primavera. La niña Rosa crece indeleblemente amarrada y adherida a la forma en sembrar una rosa y tan hermosa como lo era ella sin apenas saber que de dolor por las espinas de otras rosas llegará a sangrar de dolor. La niña Rosa nace en primavera y es la niña más hermosa de todas las niñas nacidas por igual en primavera para la madre de Rosa. La niña Rosa, tierna, reluciente, hermosa, bella y muy paciente logra esperar tres equinoccios para volver a cumplir años en primavera y poder sembrar el legado de su madre, sembrar una rosa cada primavera.
La madre de Rosa, una madre joven, hermosa, bella y reluciente parió a una niña hermosa como la rosa y su nombre es Rosa. La madre de Rosa, sólo, deja la encomienda y el legado que Rosa siembra una rosa en cada primavera sucumbiendo en un trance perfecto en creer que la vida es tan hermosa como esa rosa. La madre de Rosa conlleva una encomienda, una estirpe y una herencia que deja a su predilecta hija Rosa. Y Rosa cada vez que llega la primavera realiza la encomienda por poder sembrar una rosa en el huerto del jardín en el hogar que heredó de su esposo el doctor Rogelio de la Campa. Cuando por primera vez, nació la niña Rosa, la madre sembró una rosa y tan hermosa como ésa niña que nació del puro amor entre ella y un hombre que la dejó preñada, pero, que fue la bendición de su vida. La niña Rosa creció como toda niña y como toda adolescente en la vida, pero, cuando le llegó la menarquía en la primavera quiso sembrar las rosas más bellas y delicadamente como toda mujer creció Rosa cuando, en el albergue de su corazón guardó la más recóndita rosa como la flor más bella en el jardín o en el huerto más inmenso en su hogar. Rosa creció como toda mujer y en el recorrido de su vida y por la vida sembró siempre una rosa en primavera, la cual, se atormentó cuando llegó un huracán en otoño y le llevó casi todo el jardín destrozando a todo su hogar. Cuando, Rosa en el embate se dio el tormento eficaz de reivindicar a su jardín lleno de rosas sin ser de las clandestinas se vio el delirio delirante en ver, otra vez, a su jardín reluciente y tan vivo como el mismo Tío Vivo. Y, Rosa, revivió al jardín en su hogar y cada primavera sembró una rosa tan bella como ella porque desde que nació la madre le enseña a Rosa sembrar una rosa en el jardín, sí, cada vez que llega primavera. La niña Rosa se convierte en toda una mujer, pero, desde que nació, sólo existió una sola rosa y es la rosa que la madre sembró en el jardín de su corazón y fue traer al mundo a Rosa. La madre de Rosa, sólo, se debate y delibera en dejar la herencia o el legado del estirpe y del linaje de su propio corazón sucumbiendo en un delirante trueno y centella cuando, en la alborada de una primavera nace Rosa y su madre deja la herencia más indeleble buscando amarrar y atrapar la esencia de una rosa sembrada en el huerto. La niña Rosa crece como toda mujer dejando siempre una herencia, un linaje, una estirpe y un amor sobre la Tierra naciendo una rosa cada primavera. La madre de Rosa deja una herencia imborrable al nacer Rosa, a la rosa que llevó siempre en su corazón y es a su propia hija dejando una herencia para siempre. La niña Rosa desde que nació permitió y aceptó por siempre sembrar una rosa en el huerto del jardín, a pesar de la lluvia o del sol de la primavera, pero, siempre sembrar una rosa en primavera sin importar que en otoño caen los pétalos. La vida se aferró siempre al sembrar una rosa en primavera esperando a que llegue en tres equinoccios más la primavera para poder sembrar otra rosa. Y, así, fue que la rosa irrumpe en el corazón de Rosa por siempre al sembrar una rosa en primavera. La enseñanza de la madre de Rosa sucumbió en una penitente espera en esperar a la primavera y así, esperó nueve meses para nacer Rosa en primavera. La rosa que sembró la madre de Rosa en primavera fue la rosa más hermosa por haber parido a la niña Rosa y así, fue que quiso más al huerto o al jardín de su propio corazón. La madre de Rosa esperó nueve meses para parir a Rosa y poder reflejar su linaje en la Tierra sembrando una rosa en cada primavera. La esencia de Rosa fue sólo siempre el olor a rosas y tan innatas como la misma rosa esperando a que no marchite si se le riega agua y sol cada vez que siembra una rosa en el huerto del jardín en cada primavera.
Rosa creció como toda una mujer y como toda una rosa adherida a la Tierra desde que se sembró la primera rosa en el jardín del huerto del corazón de su madre. La vida para Rosa quedó por siempre como las espinas de una rosa siempre adheridas a su tallo, a pesar, del dolor, de la fuerza y de la virtud que la vida le dió, las espinas simbolizan dolor y amargo sabor para Rosa. La vida contempla una amargura, una soledad, un dolor intransigente y una fuerza espeluznante como la debilidad en olfatear a una rosa con todo su aroma. La vida de Rosa se convierte en un terrible temor en poder sentir solamente las espinas de una rosa porque el dolor trasciende cuando el amor llegó a su vida, no pudo contener las lágrimas de dolor cuando su esposo la abandonó y para siempre desde que se accidentó el doctor Rogelio de la Campa. Rosa quiso ser la rosa del huerto del jardín esperando a que crezca la rosa en el huerto sembrada siempre en primavera y así, es que se enaltece la vida y el dolor se aferra a unas espinas de rosas en el tallo de la rosa. La vida corresponde a que Rosa libere a las rosas por no ser clandestinas ni que atrapen con su aroma a la gente porque es para tener la locura sin razón. La vida para Rosa no es ser una rosa clandestina ni una vida insospechada por sembrar rosas en cada primavera. La vida marca trascendencia como la rosa un camino lleno de fragancias y tan innatas como lo connatural es el aroma. Rosa llega a la pubertad y con ella su menarquía siempre arribó en primavera como haber nacido del vientre de su madre y Rosa sucumbe en un delirio delirante, trueno y centella deliberando al sol salir en primavera. La vida de Rosa comenzó en una primavera cuando nació del vientre de su madre y siempre su madre en primavera decidió sembrar una rosa porque trasciende la herencia, el linaje y la estirpe que Rosa sea una rosa tan cultivada como la rosa de la vida. Y, Rosa lo sabe. Rosa en la pubertad y en ser mujer cuece el dolor aferrándose sin las espinas en el tallo de una rosa cuando por casualidades de la vida y de la existencia, Rosa se da cuenta que cada vez que siembra una rosa en el huerto o en el jardín de su hogar se corta los dedos con las espinas adyacentes y continuas de otras rosas. La vida de Rosa trasciende en sangrar en cada primavera como aquella menarquía que le llegó en primavera y así, cada vez que siembra una rosa, Rosa, sangra de dolor en el jardín o en el huerto en su hogar. La pubertad de Rosa llegó a ser una verdadera mujer uniendo su vida a la vida del doctor Rogelio de la Campa, una noche en primavera y fue mujer Rosa sangrando de dolor como la virgen en desiertas sombras de soledad cuando el amor perfiló y penetró a su vida. Y, fue en primavera que, Rosa amó a Rogelio de la Campa, pudo saber una cosa que el amor y la rosa son dos cosas iguales, pero, las espinas hieren en el alma y en el corazón, pero, nunca Rogelio de la Campa le profirió un dolor tan grande como el dolor del desamor. La vida de Rosa cambió drásticamente cuando se casó con Rogelio de la Campa con un amor de los que se perpetró en el alma desde que la vida le ofreció un amor como nunca al igual que el de Rogelio de la Campa. Rosa llegando a la pubertad siente que su corazón late fugazmente y todo porque en el alma se enaltece la fuerza, la voluntad y la forma de sembrar una rosa en primavera cada vez que pasan tres equinoccios para poder sembrar una rosa en el jardín o en el huerto del hogar de Rosa. La vida para Rosa fue siempre de una esencia atónita, estupefacta y muy estable cuando las rosas llegan, dan y ofrecen todo su aroma desde la manera que se siembra a la rosa. Rosa se siente desprotegida y muy acelerada en latidos fuertes cuando cada primavera siembra una rosa dejando saber que la vida comienza como termina.
Rosa se da cuenta de una cosa y es que cada vez que siembra una rosa en primavera sus dedos sangran de dolor sucumbiendo en un delirio delirante al caer profundamente en un abismo y sin salida. Rosa delibera que son las rosas adyacentes, continuas y cercanas a la rosa que siembra en el huerto o en el jardín en su propio hogar. La vida para Rosa se torna intrínseca, exasperada y muy indeleble mortificando el alma en sembrar una rosa después de tres equinoccios siempre en primavera. La vida sucumbe en un desafío inerte, intransigente, indeleble, pero, muy inmóvil cuando, Rosa sangra de dolor entre sus dedos por haber sembrado una rosa como fue ella que al nacer su madre sembró una rosa y siempre en primavera. La esencia de Rosa se petrificó en el olor único, en el aroma trascendental y en la fragancia innata de una rosa sembrada en el jardín de su propio corazón y en el huerto de su hogar dejando escapar esa esencia hacia el exterior y extrovertida encierra todo aroma para dar rienda suelta al amor entre Rosa y Rogelio de la Campa antes de morir. El amor entre Rosa y Rogelio de la Campa se ofrece cuando se conocen en una tarde en primavera y Rosa dejando escapar todo su aroma a rosas lo enamora, lo aprisiona, lo atrapa y lo enreda como en una telaraña. La vida de Rosa escapa del temor, de la ansiedad y de la opresión de un momento por entregar amor y es el amor a Rogelio de la Campa dejando la sonrisa entre los labios y el aroma innato entre las narices de Rogelio de la Campa olfateando todo aroma de rosas y tan clandestinas como la rosa que Rosa siembra cada primavera y así, se acostumbra al sembrar una rosa cada primavera. Rosa lleva en su interior a una rosa y en cada recelo de la vida lleva el aroma innato de una rosa esperando siempre desde la pubertad en ser mujer y al amor para poder amar y con el corazón en pedazos por haber perdido a su madre, así, Rosa amó a Rogelio de la Campa demostrando que puede amar, a pesar, del dolor que le dejó su madre al morir porque ella amó profundamente a ése hombre que le dejó todo desde el amor hasta el jardín donde puede sembrar una rosa en cada primavera. Transcurren tres equinoccios después de una primavera y llega la primavera y Rosa siembra una rosa en el jardín y mira a sus dedos que desangran de dolor desde aquella pubertad desde que tuvo conocimiento en sembrar una rosa. Rosa sangra de dolor, derriba el amor y naufraga en el tiempo desde que el tiempo no caduca ni expira por obtener y por sembrar siempre una rosa en primavera. Rosa delibera una sola razón en poder sembrar cada primavera una rosa y sin dejar linaje, estirpe y herencia, Rosa queda en soledad desde que siembra una rosa en primavera sin dejar una herencia como le enseñó y aprendió de su madre. Rosa siendo toda una mujer enalteció su forma en atraer a la esencia de la rosa cuando siembra por primera vez a una rosa en el huerto del jardín de su propio hogar aferrando al alma a sucumbir entre los aromas de rosas. La vida de Rosa calma en decepción el haber sembrado una rosa por primera vez, sin apenas, saber cómo sembrar una rosa. La vida para Rosa no desenreda una forma o una manera en sembrar una rosa que obtiene toda su esencia y borrando todo el ayer cuando sin tener amor, sólo, Rosa quiso saber del amor en el corazón. Si desde que Rosa sabe y tiene noción de que sus dedos sangran de dolor cada vez que siembra una rosa en el huerto del jardín sucumbe en un delirante trueno y centella desde que el sol no sale ni alumbra a su propio jardín. Rosa se enamora de las rosas y, aunque, sangre de dolor sus dedos forjan el amor, la caricia, la ternura y la pasión por sembrar una rosa en paz en el jardín o en el huerto de su propio corazón. La vida para Rosa no calma en decepción la forma y la manera en sembrar una rosa.
Rosa, sin apenas, sucumbir en un trance y delirar aroma, crece la fragancia en cada rosa que Rosa siembra para ella sangrar de dolor entre sus dedos. La vida para Rosa desde su pubertad y adolescencia es tener conocimiento y noción del tiempo cuando siembra una rosa en primavera y deja en la Tierra sabor y aroma a rosas. Rosa, siempre, siembra una rosa sin ser clandestina en el jardín o en el huerto de su hogar y, siempre, sangra de dolor por sembrar la rosa. Rosa se vuelve intransigente, en soledad y en una triste desolación cuando pierde para siempre a Rogelio de la Campa. Rosa se convierte en un delirante y delirio fugaz encuentro entre el jardín, la rosa y el dolor de sangrar por los dedos heridos por sembrar una rosa siempre en primavera. Los dolores de Rosa siempre son sembrar una rosa en cada equinoccio de primavera dejando dolor, dejando furia y dejando la cosecha de rosas sin ser clandestinas en el huerto del jardín donde se cuece el más delirante trueno y centella por regar a las rosas y embellecer hasta poder crecer. La vida para Rosa se siente indeleble, intransigente, incolora y todo porque deliberadamente desea amar a las rosas como en una primavera en que nace Rosa y su madre siembra una rosa en primavera. La esencia y el dolor de Rosa se convierten en transmutar la más efervescente caricia hacia las rosas más hermosas y de su huerto en el jardín del corazón de Rosa. La vida para Rosa no calma en decepciones ni dolores cuando siente un dolor indeleble en el alma por sembrar esa rosa cada tres equinoccios para llegar a la primavera. Rosa petrificante en la espera porque llegue otro equinoccio de primavera se enaltece su esencia como voz y como simiente sembrado sobre la Tierra, se debate en hacer de las rosas unas rosas tan hermosas como la vida misma. Rosa quiere y desea que su jardín embellezca, de tal manera, que cada vez que siembra una rosa sus dedos sangran de dolor como símbolo de la sangre efervescente, delirante y muy indeleble por ser tan hermosas esas rosas sembradas por Rosa. La vida para Rosa se encierra en un deseo importante en dar la vida como comienzo de una virtud en sembrar una rosa cada primavera. La vida para Rosa se atreve a desafiar la belleza con unas rosas sin ser clandestinas en el jardín o en el huerto de su corazón cuidando indeleblemente al jardín y embelleciendo su color connaturalmente hermoso. Rosa clandestinamente lleva a su hogar la forma y la manera en sembrar una rosa en el jardín o en el huerto de su propio hogar y siempre sangrando de dolor por sembrar una rosa continúa a otras rosas con espinas. La vida comenzó desde que nació Rosa esperando sembrar una rosa cada primavera y el legado, la herencia, la estirpe y el linaje de su madre lo heredó, muy bien, dejando siempre sembrar una rosa en cada primavera después de tres equinoccios. Rosa sabe una cosa y es sembrar una rosa cada equinoccio en primavera porque su mundo es la esencia de rosas en el jardín o en el huerto de su propio corazón y en ese jardín yace las más bellas flores, son las rosas sembradas en primavera. Rosa conlleva una dulce atracción y es por esa rosa sembrada siempre en primavera. Rosa sin calmar su desesperación por esperar tres equinoccios más para poder sembrar una rosa en primavera y no marchitan jamás porque Rosa siempre riega con sol y lluvia a esas rosas que crecen en el huerto de Rosa y más en el jardín de su propio corazón. Rosa sin calmar la exasperación conlleva una paz incontrolable por sembrar esa rosa siempre en el equinoccio de primavera, aunque, sangre de dolor sus dedos por sembrar al lado de aquellas rosas ya sembradas en el huerto o en el jardín de su hogar. Rosa delibera una sustracción, una opresión o una sugestión en sembrar esa rosa en primavera.
Rosa tiene vecinos continuos, adyacentes y aledaños a su hogar y es una hacienda llamada ¨La Esperanza¨ y es dueño el hacendado llamado Héctor. Héctor, un hombre viudo de la Hacienda ¨La Esperanza¨, sustrae el más pernicioso instante cuando conoce a Rosa y Rosa conoce a Héctor. Rosa habla del huerto o del jardín de su predilección y son, las rosas más hermosas que Rosa pudo haber sembrado. La vida para Rosa no calma en exasperación porque Héctor conoce de su herencia, de su estirpe, de su legado y de su linaje de rosas sin ser clandestinas en el huerto de su hogar. Si en el corazón de Rosa puede latir efervescentemente y deliberadamente en hacer compañía a esas rosas sembradas en el jardín del huerto de su hogar. Héctor, un hacendado viejo y vecino fue amigo del doctor Rogelio de la Campa, fueron amigos íntimos y muy privada la relación, pero, muere Rogelio de la Campa dejando enviudada a Rosa y al huerto de rosas sin ser clandestinas en su hogar. Héctor, sólo, desea conocer más a fondo a Rosa, una mujer de esencias naturales, de belleza innata y de rosas cultivadas en el lecho de su hogar. Rosa, una mujer soltera de cabellos color castaños y de ojos de color café siente en su alma una gran ilusión sin ser decepción en hacer creer que la esencia de rosas las lleva dentro de su corazón y en su interior el dolor en ser como esas rosas con espinas cuando sangra de dolor por ser sembradas en el huerto de su hogar cada primavera. La vida calma en decepción lo que encrudece de un espanto cuando Rosa ve marchitar a una rosa y no es de su agrado si, Rosa riega con amor, con ternura, con cariño, con sol y lluvia a esas rosas sin ser clandestinas en su hogar. La vida comienza desde un punto de vista que alguna vez comenzó todo cuando nació Rosa dejando sin ser clandestinas a una rosa sembrada en el huerto del jardín sucumbiendo en un delirante trueno y centella cuando llueve dejando todo su calor y lluvia en esas rosas sembradas siempre en primavera. La vida para Rosa es tratar de conocer a Héctor, un viejo hacendado continuo, adyacente y aledaño a su hogar, el cual, es vecino de Rosa. Rosa lleva en su corazón el amor por Rogelio de la Campa y de su memoria no quiere, no desea convertir en razón sin ser luto. Rosa guarda desde sus más cálidas entrañas el recuerdo y el amor por el doctor Rogelio de la Campa y por sus rosas siempre sembradas en el equinoccio de primavera. Rosa, sólo, desea conversar con Héctor acerca de sus rosas sin ser clandestinas en el huerto de su hogar. Héctor, un hacendado continuo y aledaño de Rosa comienza a deliberar en conocer a Rosa, su eterno amor. Héctor conoce a Rosa por la gran amistad con el doctor Rogelio de la Campa, pero, sin expresar su amor, sus respetos, su cariño a Rosa permanece inmutado ante tanta belleza como las rosas que Rosa siembra en primavera. La vida marca trascendencia, autonomía y una era enmudecida. La esencia de Rosa sin calmar la desesperación desea que Héctor conozca el huerto del jardín de rosas que tiene Rosa en su hogar. Rosa conoce a Héctor y Héctor a Rosa. Rosa desea hacer conocer al huerto de rosas en su hogar, pero, algo la detiene y la eficaz insistencia que tiene Rosa con las rosas sembradas en primavera y con un recelo inmenso y grato las cela de tal manera, que hasta siente la misma inmensidad. Rosa y Héctor saben una cosa de tal manera, que es el amor que cada cual le tiene a sus rosas en el jardín o en el huerto del hogar de Rosa y Héctor a su linda y bella hacienda fructífera en víveres. El hacendado Héctor y Rosa se aman de tal forma como cada uno a sus pertenencias más fabulosas, como la hacienda y el huerto de Rosa con sus rosas sembradas siempre en primavera.
Rosa y Héctor deciden unir sus vidas para siempre, él con su hacienda y Rosa con el huerto de rosas sembradas en el jardín siempre en primavera. La vida de Rosa cambia desesperadamente cuando ama indeleblemente a Héctor queriendo a su huerto de rosas como el más clandestino rodaje, pero, sólo siente ella una exasperación cuando ama a Héctor y ama más al jardín de su propio corazón. La vida de Rosa no calma en desesperación cuando se ama imborrablemente como un suburbio del corazón como amando a sus bellas rosas del jardín de Rosa. La vida comienza a derribar el instinto en querer a esas rosas, en amar a su color y querer a su indeleble aroma que en cada rosa se siente el sabor dulce del aroma de cada rosa sembrada en primavera. Rosa y Héctor unen sus vidas cada uno amando lo suyo, él a su hacienda y Rosa a su huerto dejando derribar toda esencia en demostrar que las rosas son toda esencia para el alma y para el corazón. La vida de Rosa da un giro de ciento ochenta grados en sobrevivir el tiempo. La vida de Rosa no calma en decepción ni en alucinación por observar al huerto de rosas lleno de rosas sin ser clandestinas en el huerto de Rosa y en el jardín del corazón de una mujer valiente que nació en primavera, tuvo su menarquía en primavera y amó por primera vez en primavera sangrando de dolor por un amor como el de Rogelio de la Campa. Rosa aprende a amar a Héctor, pero, el amor llega sin esperar nada cuando en el alma y en el corazón se obtiene el verdadero amor y es el amor de Rosa por Héctor en una mañana de primavera cuando unen sus vidas para un mejor futuro. Transcurre un lustro de tiempo cuando, de repente, Rosa siente infidelidad por parte de Héctor. Los ojos de Rosa, el alma de Rosa y el corazón de Rosa se llenan de un celo incontrolable por el amor de Héctor. Rosa y Héctor forman la esencia más hermosa como ese jardín lleno de rosas bellas, por las cuales, Rosa ama indecorosamente. Rosa siente celos de la sirvienta en la Hacienda ¨La Esperanza¨ cuando en un momento cruzan las miradas, Héctor y la sirvienta dejando entrever el amor extramarital entre ellos. Los celos hierven en Rosa como venas alcoholizadas y de un espanto tan seguro como poder ver al cielo caer al suelo, pero, el amor, quizás, pueda más que los celos de Rosa por Héctor. Héctor, cada vez que tiene tiempo, escapa con la sirvienta hacia el secreto de un amor extramarital en el huerto o el jardín de Rosa y allí, se aman hasta que un día, Rosa observa que le hace falta las flores en el jardín por estar Héctor y la sirvienta amándose bajo la esencia de esas rosas de Rosa en el jardín. Rosa persigue más a su corazón y al jardín de rosas que el propio amor por Héctor, quiere y ama más a su linaje, a su estirpe, a su herencia y al legado de la madre que un día le dio la vida en primavera. Rosa ama al jardín más que a su propio corazón dejando entrever que la razón pinta a color como esas rosas de colores que siembra, cada vez, que pasan tres equinoccios para volver a ser primavera y sembrar una rosa en el jardín o en el huerto de Rosa. A Rosa le hierve la sangre por pensar que Héctor le pudiera ser infiel con una relación extramarital destronando la vida, la esencia, el aroma y la fragancia de rosas innatas sobre la piel. La vida de Rosa no calma en decepción ni alucinación cuando las rosas son perfectas como el aroma que ofrecen y ella las ama como a su propio corazón indeleblemente. Rosa quiere y desea amar al jardín de rosas como en toda primavera, pero, no permitirá que una infidelidad extramarital pueda destruir al jardín de rosas construido desde hace muchos años atrás. Rosa desea amar como a esas rosas que la aman a ella, pero, el intento fue infructuoso por haberse casado con Héctor. Rosa y Héctor fueron un amor doloroso, infructuoso sin ser fabuloso cuando Rosa llega a descubrir el amor extramarital de Héctor con la sirvienta.
Rosa desea que su jardín sea un jardín competente, eficaz y muy indecoroso en la fragancia, en el aroma y en el color de rosas sin ser clandestinas en el huerto o en el jardín en el interior del hogar de Rosa. Rosa posee el conocimiento innato de una mujer casada cuando su marido miente acerca de la relación extramarital con la sirvienta dejando entrever que es la mujer como la rosa, como la fragancia y como el aroma innato de una rosa. Rosa, una mujer soltera, de ojos color café y de cabellos color castaño se ha casado con Héctor y fue una relación infructuosa después de un lustro de vida y de existencia matrimonial. Héctor, un hombre de mediana edad, corpulento, raudo, tenaz y seguro de sí mismo va en busca del amor, pero, en el amor extramarital con una sirvienta. Rosa, una mujer seria, una mujer completa fue en busca del amor y quedó con el dolor como haber sembrado una rosa sin ser clandestina en el huerto o en el jardín en el equinoccio de primavera con el dolor entre sus dedos. Rosa ama a su jardín como a su propio corazón indeleblemente e insípida cuando logra superar todo el amor de un amor infructuoso por casarse con Héctor. Rosa trata de controlar la relación extramarital para que su jardín no se vea dañino por Héctor y la sirvienta al amarse descontroladamente en el jardín. La vida de Rosa se vuelve en un caos y tan infructuoso como el mismo amor entre Héctor y ella, pero, Rosa tiene el amor dentro de su interior y es el jardín de rosas sin ser clandestinas dentro de su corazón. La vida de Rosa comienza en primavera y termina en primavera cuando en una noche de tormento, de tempestad y de ansiedad, Rosa observa por la ventana la relación extramarital de su marido con la sirvienta. Rosa observa que su jardín va en gravitación cuando, Héctor y la sirvienta se aman descontroladamente en el jardín dejando pisoteadas a las rosas del jardín de Rosa y eso, a Rosa no le agradó en nada. Rosa va en busca de la verdad, pero, la verdad ya la tenía entre sus manos cuando, de repente, a Héctor no le queda más que aceptar la verdad, pero, Héctor ama más a la sirvienta que a Rosa y Rosa ama más a su jardín que a Héctor. En el corazón de Rosa, sólo, queda un suburbio autónomo de creer que su corazón muere junto con las rosas que marchitan en el jardín de Rosa y Rosa, cada equinoccio de primavera, siembra una rosa y sangra de dolor por las espinas de esas rosas adyacentes, aledañas y continuas a la rosa que siembra siempre en primavera. Rosa indaga a Héctor de la relación extramarital que posee con la sirvienta y Héctor sin decir ni nombrar nada queda a la deriva de un tormento o de una tempestad ansioso por divorciarse de Rosa, pero, Rosa sin ser perezosa le retiene el divorcio por coraje en el alma. La vida de Rosa perpetra, petrifica y trama una vida indecorosa, inestable, insípida y muy rauda en hacer de la vida de cuadritos a Héctor. Rosa queda a la deriva, también, sin saber ni sentir absolutamente nada porque la vida le dio duro y perduró después de un lustro de tiempo de vida matrimonial con Héctor. Rosa en el afán de creer en las rosas sin ser clandestinas que siembra en cada primavera y todo porque Rosa sangra de dolor por sembrar una rosa en primavera y así mismo es el dolor que siente y que presiente por haber amado a un hombre que no la amaba y Rosa sin ser perezosa le hizo la vida de cuadritos a Héctor, a la sirvienta y siempre amando al jardín de su corazón. La sirvienta y Héctor hacen de lo suyo en el jardín de Rosa amando como nunca y deseando derribar por completo al jardín de Rosa y todo porque Rosa les hace la vida de cuadritos en el mismo hogar. Rosa interviene con el dolor, con la vida y con la solución al problema de aquella relación extramarital que le dejó la vida malherida.
Rosa y la sirvienta tienen una vida de enfrentamientos, de problemas y de roces entre dos mujeres que aman a un hombre. Rosa y la sirvienta no detienen sus pasos por el jardín de Rosa y todo porque no puede Rosa botar a la sirvienta porque Héctor no lo desea. Rosa y la sirvienta tienen encontronazos y es un desastre convivir con la amante de su marido. Rosa advierte que el trance imperfecto y tan perfecto de amar a sus rosas, de sembrar una rosa en cada primavera y en amar a ése hombre que un día la llevó al altar en primavera sucumbe en un delirante trueno y centella por regar a las rosas con agua de lluvia dejando al sol para luego. La vida de Rosa no calma en decepciones amorosas luego de amar al segundo hombre en su vida, el cual, fue un total error haber desnudado el alma como esas rosas en primavera. Rosa conlleva una sustracción, una opresión y un delirio tan delirante en poder cumplir con la promesa, con la herencia, con la estirpe, con el linaje de su madre al sembrar a una rosa en cada primavera. La vida de Rosa sin ser perezosa desea cumplir cabalmente con la promesa, con la herencia y con la estirpe que le dejó su madre en sembrar una rosa cada primavera dejando pasar tres equinoccios. La vida de Rosa termina en una mañana de primavera cuando decide sembrar una rosa en el jardín de su corazón hiriendo pausadamente, pulso a pulso, gota a gota, sangre a sangre a sus dedos con, los cuales, siembra a una rosa en cada primavera para obedecer, aceptar y reivindicar la herencia de su madre y así fue, siembra una rosa cada primavera dejando inerte al corazón y sangrando de dolor entre sus dedos. Rosa y los roces entre la sirvienta y ella se tornan exasperados, intrínsecos, momentos devastadores e insolventes. Llega un día de mayo y es todavía primavera, Rosa en el jardín y sembrando una rosa en el huerto toma las espinas de doce rosas y las clava en el pecho de la sirvienta hasta que Rosa dice… -¨Basta Ya¨-, la sirvienta sin decepción cae sangrando en aquel huerto donde las rosas son la predilección innata, de fragancia connatural y de colores naturales en aquel huerto donde Rosa siembra cada primavera una rosa por herencia de su madre. La sirvienta sobrevive al desenlace fatal sin antes tomar venganza entre sus manos y toma doce rosas en sus manos clavando doce rosas en el pecho de Héctor. Rosa sin decir nada si ya todo la sirvienta lo había dicho que el culpable de todo era Héctor y así, culminó el desenlace fatal, sin antes sentir en carne propia a las doce rosas llenas de espinas contra su pecho cuando una noche de primavera, Rosa toma doce rosas y se las clava en el pecho demostrando y sin poder olvidar toda su vida sembrando una rosa en el huerto o en el jardín cada primavera. La vida de Rosa no cambia en lo absoluto demostrando que todo puede cambiar en un minuto y así, dijo y para sí -¨Basta Ya¨-. Rosa muere de dolor por esperar sembrar una nueva rosa en el jardín o en el huerto de su corazón petrificando de dolor a sus dedos por sembrar una rosa en cada primavera.
FIN