Me pides, niña graciosa,
que te describa de un beso
el sabor y que haga de eso
una poesía muy hermosa.
¿Pero, acaso crees, preciosa,
que eso es tan fácil de hacer
¿Cómo darte a ti a entender
de un beso todo el sabor
si no sabes qué es amor
porque aún no eres mujer?
Si el inmortal Campoamor
no lo supo describir
¿cómo te voy decir
de un beso todo el sabor?
Si no sabes qué es amor,
de un beso la dulce esencia,
espera que en tu existencia
nazca el amor, y por eso,
el sabor que tiene un beso
lo sabrás por experiencia.
Ya sé yo que esta verdad
no te deja satisfecha
y, en curiosidad deshecha,
tú quieres más claridad.
Comprendo tu terquedad
por lo bonita que eres
y, puesto que así lo quieres,
algo te sabré decir,
que en eso de conseguir
siempre ganan las mujeres.
¿Cómo pintar el momento
en que, entornados los ojos,
sobre vuestros labios rojos
se confunde el mutuo aliento?
¡Qué grandioso sentimiento
encierra el momento aquel,
el probar de aquella miel
que se liba en vuestra boca!
El pensamiento lo evoca,
mas no lo pinta el pincel.
El volar de mariposa
entre el céfiro al arrullo,
el beso por un murmullo,
es en labios de una hermosa.
La esencia más deliciosa
que encerrar puede el amor;
del jugo aquel no hay licor
si es que comprarlo quisieren,
ni aunque a probar te lo dieren
en el cáliz de una flor.
Junto a una boca otra boca
produce un leve sonido
y va en el beso un fluido
que al alma la vuelve loca.
Después su sabor provoca
un deleite embriagador,
que deja tanto dulzor
al pasar por nuestros labios,
que hace olvidar los agravios
si los hay, en el amor.
Besar por primera vez
sentirás, niña hechicera,
en toda tu alma entera
la más sutil embriaguez.
El beso es sin extrañez
vicio de mal corregir,
porque es tan grande el latir
que el alma muestra al besar,
que una vez puesto a empezar
es forzoso reincidir.
Yo te puedo a ti explicar
que la impresión que sentí
cuando el primer beso di
jamás la podré olvidar.
Fue un continuo delirar
ebrio de tanto embeleso,
fue tan dulce y con exceso
el almíbar que probé,
que desde entonces bien sé
el sabor que tiene un beso
Décimas de José María Marín Martínez (Autor)