En aquel banco del paseo principal
allí donde cae tan agradablemente
el tibio sol otoñal,
junto a las hojas crujientes
fué el lugar elegido
para mi secreto bien guardar...
Aveces con un mate de compañero
para la garganta hidratar,
acomodando mis sentimientos
y dejando al alma hablar
sin prejuicios, ni qué dirán;
fluyendo en total libertad...
Así me atreví a despertar
a esa mujer interior
que entre tinta y papel
aprendió a extender sus alas y volar
seduciendo al destino,
dejándose amar...
Invitando a la distancia,
con palabras sinceras
a quién la quiera acompañar
en el bello juego
de leer, cerrar los ojos,
y simplemente dejarse llevar...
Ida y vuelta de palabras
tentando a la suerte
y al corazón,
en un camino de entrega
donde los sentidos cobran emoción;
porque quién no se ha enamorado,
ilusionado, soñado, creado vínculo
entre poeta y lector?...
Esmeralda ha vuelto...aquí estoy.
Esmeralda.